Life AgroPaper, un acolchado que cuida y conserva nuestros suelos

“Nuestras investigaciones tratan de validar el acolchado de Agropaper® como una fuente de materia orgánica que sea capaz de mejorar la calidad y la salud del suelo”

En el Día Internacional por la Conservación del Suelo, 7 de julio, desde el proyecto Life AgroPaper compartimos esta entrevista a Carlos García Izquierdo, Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS). Carlos dirige el grupo de investigación encargado de evaluar la fertilidad edifica en los suelos de ensayo que usan Agropaper®, entre otras aportaciones.

Licenciado y Doctor en Ciencias Químicas por la Universidad de Murcia, es Profesor de Investigación en el CEBAS-CSIC, del cual fue Director. Actualmente, dirige un grupo de investigación de 22 personas de “Enzimología y biorremediación de suelos y residuos orgánicos”, con el que lleva a cabo proyectos de investigación europeos, estatales, con empresas… En esta entrevista hablamos del futuro de la agricultura, de su sostenibilidad, y lo principal, la base de todo ello: el suelo, su biodiversidad y funcionalidad.

¿Qué es lo que propone el proyecto Life Agropaper®?

El proyecto Agropaper propone la eliminación, en la agricultura que utiliza mulching, de plásticos por papel. Desde el punto de vista ambiental ya es algo que merece la pena porque, aunque se hable de plásticos biodegradables, al final, lo que se incluye en el suelo son microplásticos, y eso hay que intentar por todos los medios que no lleguen al ambiente como están llegando.

¿Cuál es el rol del CEBAS-CSIC en el proyecto Life Agropaper®?

Nuestra labor se fundamenta en:

– Evaluar la fertilidad edáfica en los suelos de ensayo, desde una perspectiva agronómica y ambiental, con la repercusión en aspectos claves como salud, biodiversidad y fijación de carbono en los suelos agrícolas. Todo ello será promovido por la incorporación al suelo de un carbono exógeno de calidad, procedente de la degradación de Agropaper® en dichos suelos.

– Evaluar la eficacia de Agropaper® en relación al rendimiento de cada uno de los cultivos ensayados en comparación con el acolchado convencional.

¿Qué labor realiza el grupo de investigación que dirige en el desarrollo del Life Agropaper®?

El grupo que dirijo introduce en el proyecto la hipótesis de que, si además de ser capaces de que la plántula se comporte igual con el papel que con el plástico y se consigan resultados similares, podamos además darle un valor añadido aportando materia orgánica a través de la celulosa empleada. Es decir, si cuando se termina el proceso de cultivo y el mulching, integramos la celulosa en el suelo de manera apropiada como fuente de materia orgánica, – y que además ha estado sometida a procesos climáticos durante el tiempo de cultivo y por tanto, su degradabilidad ha aumentado – esa celulosa semidegrada sea capaz de entrar en el suelo y activar ciclos biogeoquímicos de los elementos importantes. Así habremos conseguido, por una parte, cambiar plástico por papel, y por otra, introducir una fuente de materia orgánica que se recicla como tal y es capaz de mejorar la calidad y la salud. A la larga, al mejorar la biodiversidad y funcionalidad del suelo, es posible que pueda ir disminuyendo la cantidad consumida de los insumos que son minerales o de los agroquímicos.

Por el Día Internacional de la Conservación del Suelo, hablemos de él.

¿Diría que el suelo ha sido el eterno «olvidado» de entre los recursos naturales?

El suelo siempre ha sido el recurso olvidado. Pongo un ejemplo bastante claro: hay recursos naturales como el agua o el aire, para los que se definen claramente unos parámetros de calidad. En cambio, hay un recurso natural igual de importante, o incluso más en determinados momentos, como es el recurso suelo y donde nunca se han llegado a establecer ni siquiera esos parámetros de calidad o salud que son tan necesarios. Eso se traduce en lo olvidado que ha estado en comparación con otros recursos naturales cuando el suelo, el valor que tiene, es que es algo vivo, dinámico y que de su conservación vivirá el planeta.

Ahora bien, después de estar bastantes años en el ostracismo más elevado, Europa se ha dado cuenta (y así lo tiene en cuenta) de la importancia del suelo dentro del mundo agrícola, y por eso está metiendo mucha “carne en el asador”. Ya dependemos de la energía, pues imaginemos que dependiéramos de terceros países para nuestra alimentación, ¡sería un caos!

En este sentido, estaría bien que nos hablará de la multifuncionalidad del suelo, básica para seguir produciendo alimentos, ¿cierto?

Debemos preocupamos del suelo, concebirlo como un recurso que es capaz de eliminar contaminantes, capaz de manejar el flujo del agua dentro del sistema y capaz de manejar lo que se llama el microbioma del suelo, es decir, todas las especies de microorganismos y genes que se ordenan de una determinada manera para que el suelo haga su funcionalidad, con la finalidad de servir esos servicios ecosistémicos que le pedimos al suelo. Y dentro de esos servicios, hay dos básicos: uno, producir y que se haga de una manera sostenible, y dos, gestionar el secuestro de carbono en el suelo para mitigar el cambio climático.

Se tiende hacia una agricultura inteligente (y nunca mejor dicho), adaptada al cambio climático y capaz de paliar alguno de sus efectos. Esa es la agricultura del futuro y en esta agricultura, los microorganismos del suelo juegan un papel fundamental.

La parte bio cada vez es más importante. Y ahora mismo, no hay nada que se mueva en torno al suelo en Europa si no se atiende a la biodiversidad existente en dicho suelo. Dentro de esa biodiversidad, macro y micro, la micro -que condiciona el microbioma del suelo- es la que está teniendo mucha importancia por la cantidad de procesos de los que depende y porque esa puesta en marcha del proceso genera la verdadera calidad y salud del suelo, que es a lo que vamos: que se produzca de una manera sostenible.

Pero, ¿qué entendemos por “sostenible”?

La sostenibilidad la entiendo como la capacidad que podemos tener de producir hoy y seguir produciendo en el mismo sitio dentro de 20 o 30 años. Estoy convencido de que la agricultura que se basa ahora, en gran medida en la “sencillez” y la productividad que genera, tiene que ir cambiando a una transición que nos dirija al establecimiento de agroecosistemas mucho más sostenibles. Posiblemente, al inicio de una transformación con manejos más sostenibles, la agricultura convencional produzca más. Pero de lo que se trata no es de que pueda producir hoy, sino que pueda producir de la misma forma dentro de 10 años.

Es qué… parece que, a veces, el concepto de “sostenible” se pervierte… ¿Cómo una agricultura que, por ejemplo, usa herbicidas puede ser considerada “sostenible”?

La sostenibilidad a veces se emplea con demasiada ligereza y eso ha llevado a que el término cayera en desuso hace unos años. Ha vuelto a salir a la luz porque, de verdad, es el término que mejor define una agricultura de futuro y una agricultura inteligente: ser capaz de producir hoy donde estoy y ser también capaz de hacerlo dentro de unos 10/20 años. Esa es la verdadera sostenibilidad. Con el ejemplo de los herbicidas… diría que cualquier tipo de agroquímico que usemos en el suelo, lo que va a actuar es en contra, precisamente, de la biodiversidad del mismo. El agroquímico no distingue lo que es bueno y malo, acaba con todo, por tanto, influye negativamente en lo que es la propia biota del suelo. Eso no es sostenible y en cambio, hay criterios que usan la sostenibilidad y son capaces de emplear agroquímicos.

Eso sí, lo que cuesta mucho es cuando un productor tiene una plaga en sus cultivos, decirle que no emplee un agroquímico pero hacerle entender que esos problemas se pueden solucionar de una manera mucho más sostenible que la que ahora mismo se hace. A los agricultores/as hay que ayudarles y esa ayuda pasa por poner encima de la mesa soluciones y actuaciones como marcar buenas guías y estrategias para llevar los cultivos empleando menos insumos minerales y menos agroquímicos. Toda esa transición hacia una agricultura sostenible es lo que hace falta para que la agricultura no sea una amenaza sino un aliado dentro de la sostenibilidad en los suelos. Por tanto, la transición de la que hablamos pasa por ahí, por dar soluciones. Y la ciencia las tiene.

¿Qué manejos son los que intervienen en esa transición hacia agroecosistemas más sostenibles?

Por una parte, el manejo de los suelos, que es básico. En ese manejo interviene, por ejemplo, desde el menor movimiento que haya para poder eliminar las pérdidas de materia orgánica (que es una de las causas por la que los suelos pierden productividad y fertilidad, hay que evitar movimientos de suelo en ese sentido) a la aplicación de rotación de cultivos para evitar plagas. Para mi, la clave está en establecer un uso de fertilización mucho más ligada al suelo que a la planta.

¿Puede hablarnos de esa fertilización?

Hay ciertos paradigmas que estamos intentando cambiar y uno de ellos es sobre fertilización. Fertilizar la planta es una opción pero no solo hay que fertilizar la planta sino que hay que fertilizar el suelo para que desde el suelo se condicione todo un hecho de agricultura sostenible. En ese sentido, hablamos de la aplicación de microorganismos beneficiosos para la agricultura pero primero tenemos que conocer el estatus del suelo para que esos organismos hagan la labor que verdaderamente tienen que hacer. Ese esquema de que la fertilización pasa por añadir fertilizante NPK ya no es válido porque no consiste en que el suelo tenga ese NPK sino en cómo lo tiene, cómo es de asimilable por las plantas y los microorganismos, como está estructurado en el suelo…

Es muy bonito hablar de la eficacia de microorganismos en agricultura pero no nos olvidemos que eso tiene que ir al suelo y el suelo tiene que hacer su labor correspondiente con ellos. Por tanto, hay que introducir un mejor aprovechamiento de los insumos orgánicos, que la planta los asuma gradualmente conforme los necesite, y así se evitarán problemas de pérdidas por volatilización, contaminación por lixiviación…. Ese es el cambio hacia la transición a la que hay que ir y esas son las puertas que hay que abrirles a los agricultores. Hay estrategias, ya pueden contar con ellas y son muy aceptables con el tiempo. Puede que el primer año no se consiga la producción esperada pero hay que pensar a la larga y en 5 o 10 los resultados son evidentes.

“Los microorganismos del suelo juegan un papel fundamental en la agricultura del futuro”

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